Trae los cantos, los arroja y huye despavorida. Sin piedad, mata. Sin sabor, destroza. Inconciente, reza... el río acostumbra a tragar los peces pero la gente no los ve. la mirada cree encontrar salidas en vano, y las curvas pretenden olvidar las razones. la lluvia salta a conclusiones poco certeras, mientras el viento aplaca las ganas de salir a volar. la música no se escucha, ni se tolera, ni se entrega, el mar no se rinde, siempre implacable y temerario, las raíces no se esconden ni se escudan ni se alimentan ni se pierden, se encuentran revoloteando como mariposas de agua dulce esperando ser bendecidas. Y ella, ella salta, y se cae, y entorpece el camino del aire que la acaricia, rueda y vuela, y se moja y nada, y escucha y hiere, mientras perfora árboles y ultraja al mar. Ella no se mira, no se da cuenta, no habla, no pregunta, no duerme.