Tuesday, November 27, 2007

ni que fuera católico

ya el título me sugería algo, jugar con palabras al menos, tratar de no decir blasfemias, tratar de concentrarme en poder despedirme adecuadamente.
y las luces partieron su rumbo.
y las sombras se instalaron gracias a la gravedad.
y entonces salté, y no cai.
estuve flotando un rato, y pensando en cómo me iba a despedir.
las cárceles se fueron disolviendo, y se podía ver el futuro en los semáforos.
las playas desaparecieron devoradas por la luna.
lo peor es que nunca exagero.
y bueno, lo único que me queda para decir es adiós, ojalá que te vaya bien, aprendí harto contigo, nos veremos otra vez algún día.

Thursday, November 08, 2007

Alegría

Oculta tras la sombra, Alegría decía mentiras descalzas, se encorvaba y desaparecía. Huía saltando de árbol en árbol cuando olvidaba reuniones. Comía, o más bien tragaba, desamparo y desliz. Cuando se topaba con maldad se arañaba las cejas, dejando incautos a su paso a los perros mensajeros jubilados. Tomaba de la mano a los ratones y a las palomas, y luego los soltaba.
Antes de cada día comprendía el suicidio de los chistes, la desesperación de las peras, la fe de los pobres dragones y los resfriados de los unicornios. Pero siempre decidía olvidarse y alejarse de los agentes del caos.
Sobresalía su nariz. Su nariz de bibliotecario en problemas. Su nariz de conejo con neumonía. De pavo sin alas. De profesor sin lentes. Su nariz de alegría. Su nariz que no era nariz, pues no tenía nariz de bodega, de desayuno, de complemento ni de cartílago. Su-no-nariz.
Cuando entraba en detalles, siempre desvariaba... Comentaba de asesinos de cometas y tragaluces. Pero hablaba especialmente de su padre (el Bien) y de su hermanastra (la Felicidad)
y de cómo iban a misa juntos los días domingo, y de cuando se juntaban a ver los partidos de fútbol o de tenis.
Pero todos sabemos que nunca se veían. Todos. Además del hecho de que a Alegría nunca... Nunca le gustó ni el fútbol, ni el tenis, ni Dios.

Alondrina

Si las causas fueran justas envenenarían al cielo.
Arena que nadie pisa y se olvida y se hunde sin respirar.
Alcemos a la ironía como la reina de las luces,
y al desastre, nuestro padre.
Lanza la carcajada injusta al sueño por los aires.
Rueda la bobería plantando minas de azúcar para endulzar el asfalto.
Y las ruinas se construyen, nuevamente, sobre los cielos.
La madre patria es perdonada por las golondrinas del único creador.
Poeta que alzó las luces nerviosas del siglo,
que intentaban consolar a Dios-desaparecido,
A Dios necio y vil y marchito,
A Dios sonrisa y delirio y embriaguez.