un dedicado

bueno, la brisa me trataba de dividir como una rejilla invisible lo haría con un caballo en algún sueño perdido. la brisa marina me llevaba de la mano, tratando de tropezarme, tratando de entorpecerme, tratando.
Yo caminaba tranquilo, con la serenidad de un muerto, con la tranquilidad de una persona que duerme y mueve sus ojos rápidamente solo porque está dormido.
el camino me caminaba al revés. me paseaba por su asfalto.
los perros me miraban al pasar, alguno ladraba sintiendo mi presencia, tratando de fijarme con la mirada en un espacio determinado. los perros me miraban pero ninguno me veía.
los árboles me saludaban, acostumbrados a ver a los sonámbulos, a los sueños y a los muertos.
Los lobos aullaban a mi alrededor, lobos que no estaban, lobos que entendían desde otro punto de la playa, que el caminar era como el sufrir. y yo quería seguir lentamente y serenamente caminando hacia la playa, sufriendo hacia la playa donde me esperaban los lobos y los pulmones negros de mis sueños premonitorios.