Otra noche inmunda intentando recuperarme de ser miserablemente normal. Coqueteando con las pistas equivocadas al inicio de cada conversación. Golpeando cada bola baja hacia el siguiente derrumbe. Esto es poesía de político. Decir algo sin decir nada. Es como apretar los dientes que no pueden abrirse, la mandíbula bloqueada.
Aun así, encuentro una respiración tranquila para poner fin a la racha perdedora. Cierra los ojos y salúdame. Ciérralos y permanece quieto en la esquina azul, contemplando el mar.
Solo vuelve, solo di que esto no puede haber terminado. La esperanza está enferma, pero no muerta. No te vayas todavía. No te reconviertas en nada. No mueras y te des la vuelta. Simplemente no lo hagas.
Este sentimiento que no puede ser sacudido, este disco rayado de un sentimiento, es casi demasiado, demasiado desnudo, pero tampoco lo es, porque necesitamos tener ese último pedazo de energía, esa última risa que puede o no devolvernos.
No parece justo salir en la cresta ondulada de la ola, no suena verdadero. Parece que todo es solo un espejismo esperando romperse y desvanecerse en el tiempo. Hablando nihilistamente, tampoco importa. El tipo de canción que cantes no romperá a nadie más (tal vez lo haga ahora).